Bienvenido a la burbuja de la percepción, esa en la que nos introducimos desde que venimos a este mundo
Desde el momento en que llegamos al mundo, somos introducidos en una burbuja invisible que va formando nuestra forma de ver y entender la realidad. Al principio, esa burbuja está abierta, como un lienzo en blanco, donde todo es posible y nuevo. No conocemos límites, no sabemos aún que nuestra mirada está condicionada por algo que no vemos: nuestra propia atención. A medida que crecemos, esa burbuja se va cerrando, la mente se estructura, las creencias se fijan, las experiencias se almacenan y empezamos a dibujar los contornos de lo que entendemos por ¨realidad¨. Aunque estemos dentro, no somos conscientes de que esas paredes redondas que nos rodean son, en realidad, el reflejo de nuestra propia atención. Son las paredes de lo que elegimos ver, pensar y sentir. Cada pensamiento, cada preocupación, cada foco de atención va construyendo los límites de esa burbuja y no nos damos cuenta de que estamos mirando a través de un cristal que hemos creado nosotros mismos
Nos reflejamos constantemente en lo que vemos, pero lo que no percibimos es que esa imagen que vemos de nosotros mismos es una construcción propia, un eco de nuestra mente
El hilo invisible que va tejiendo la burbuja es tu propia atención, todo lo que eliges mirar, todo lo que decides dejar entrar o apartar, va dándole forma. Es el pegamento que mantiene la burbuja unida. Lo que enfocas, crece. Así, nos enfrentamos a una realidad que solo existe porque nuestra atención ha decidido enfocarse en ella y acabamos poniéndonos límites sin darnos cuenta, creyendo que son las paredes de un mundo exterior que, en realidad, son límites autoimpuestos. ¿Te das cuenta de que es un ciclo continuo? Lo que vemos, lo que sentimos y lo que creemos se reflejan y refuerzan mutuamente, creando una imagen fija de lo que somos y de lo que nos rodea. Pero, al igual que las burbujas, esta construcción es frágil. En cualquier momento, una leve alteración, una nueva perspectiva o un cambio en el enfoque de nuestra atención puede hacer que la burbuja se rompa, liberándonos por un instante de los límites autoimpuestos
La burbuja de la percepción se mantiene porque te permite navegar por la vida sin tener que cuestionarlo todo constantemente, pero también te atrapa dentro de una especie de ¨zona de control¨
La mente humana es, en esencia, un mecanismo de supervivencia que nos asegura estabilidad mediante el orden, la previsibilidad y el control, así que, no vayamos a romper sus esquemas mentales no vaya a ser que nos haga enfrentarnos a la incertidumbre (?). Y la incertidumbre se percibe como una amenaza. Cuanto más nos identificamos con nuestras creencias y formas de ver el mundo, más nos aferramos a ellas, porque sentir que están en peligro es sentir que nuestra propia identidad está en riesgo. Es como si la burbuja se reforzara cada vez que algo intenta atravesarla, pero habrá momentos en los que algo (una experiencia intensa, un momento de introspección profunda, una conversación...); pueda generar una grieta en ella. En esos instantes, vislumbramos otras maneras de percibir la realidad y entonces la mente suele apresurarse a reparar la burbuja y restaurar el orden
No se trata de destruir la burbuja por completo (porque la estructura mental es necesaria para funcionar en el mundo); sino de hacerla más flexible
Si queremos expandir nuestra percepción, debemos desafiar la tendencia de la mente a aferrarse a lo conocido. Esto implica cuestionarnos, observar sin juzgar, aprender a estar cómodos en la incertidumbre y empezar a jugar con sus límites